lunes, 6 de enero de 2014

En La Clásica



EL CANTORAMA: UNA ARQUEOLOGÍA SONORA

Temblor EsencialEl disco Temblor Esencial compila distintas grabaciones de canciones en estudio y presentaciones en vivo del repertorio que he denominado cantorama.
Cantorama es una estrategia, un híbrido entre formato, experiencia y composición, para el diálogo entre panorama sonoro o sonorama y el canto. El nombre nace de la unión de ambas palabras. El sonorama reúne todo el entorno sonoro, todos aquellos sonidos que nos rodean y que no necesariamente son sonidos que queremos escuchar. El canto, por contraste, enmarca los sonidos que obedecen a mi impulso musical como creador.
La inclusión del sonorama en la música occidental, simplificando, podría decirse que se introduce cuando John Cage presenta la pieza popularmente conocida como 4’33’’ en la cual el pianista permanece en silencio. De esta manera, los sonidos que tradicionalmente son desechados en la audición musical; aquellos sonidos que no provienen de una propuesta musical, como lo son torcidos y movimientos de la audiencia, son la única música presente.
Con esta demostración se establece una invitación a escuchar el todo que nos rodea. El énfasis de la creación musical pasa de ser el tomar decisiones de sonido -basado en teorías, gustos, etc.- a generar estrategias para la aceptación de todo lo que nos rodea. En vez de crear situaciones sonoras ideales (como lo es una obra musical tradicional) se trata de sumergirse en el momento presente, en el aquí y el ahora sonoro.
Esta actitud es la de no dejarse llevar por lo que uno quiere, sino que mantener la curiosidad y capacidad de asombro con todo sonido presente en el mundo exterior que te rodea.
Esta propuesta musical lleva a un fin de la música como un hacer, lleva al ser sólo orejas. Es una propuesta en la cual la energía de las manos, el ritmo del corazón, el baile de los pies y todo impulso a participar debe ser contenido. John Cage, casi como un homenaje a su propio apellido, plantea una musicalidad que requiere el encerrarse en una jaula. Desde esta jaula hay una perfecta audición del mundo exterior, hay una capacidad de asumir una responsabilidad auditiva sin precedentes, de tolerancia, de humildad, de contemplación. De una profunda iluminación espiritual.
El cantorama nace como una estrategia para conciliar esta capacidad auditiva pero sin estar en una jaula. Yo quiero moverme y quiero cantar. Quiero probar tonalidades y ritmos. Quiero hacer y manifestarme.
La puerta de entrada para conciliar contemplación y manifestación es asumir una visión dinámica en la cual la relación entre ambos nunca es fija. En la tradición de Cage, la audición del aquí y él ahora se traduce en una audición del todo externo. Sin embargo, esta audición del sonorama es una utopía que nunca se realiza en la práctica. Es más bien la representación mental que se tiene del aquí y el ahora. Los límites del mundo exterior y el del interior no son lo suficientemente claros como para sustentar un quiebre tan transparente entre aceptar y proponer sonidos como hace Cage. Una audición del mundo exterior es también una audición del mundo interior; es una audición del pasado, del futuro, de la imaginación. Una audición que quiere aceptar todo el sonorama como aquello que envuelve a cabalidad la experiencia sonora humana, es tanto una audición de los sonidos físicos del mundo externo como de los sonidos psicológicos y de fenómenos psicoacústicos en los cuales los límites de uno y del otro desaparecen.
Con esto en mente, para el cantorama desarrollo la idea del aquí y el ahora como un proceso de arqueología del sonido. La ruina es, metafóricamente, una buena manera de resumir un aquí y ahora que no sólo considere la contemplación cageana sino, que también un manifestarse. El momento presente siempre es una ruina. El presente es la intencionalidad de nuestro pasado en un diálogo con aquello que no controlamos y que nos sitúa imaginando y creando posibles futuros; comprendiendo y contemplando nuestro estar.
La estrategia desarrollada como cantorama consideró el diseño de un software que a través del análisis de las señales de audio de mi quehacer musical genera un paisaje sonoro que lo envuelve y transforma. De esta manera el cantorama es un viaje arqueológico en el que fragmentos musicales, como ruinas, son envueltos por un sonorama. Diferentes ideas musicales van naciendo y muriendo. A momentos una idea se establece y domina un tiempo para luego ser ahogada por el sonorama.
Este diálogo es uno que se da en las dinámicas del tiempo real y como tal el cantorama no es reducible a la repetición mecánica del tiempo como lo es una grabación. Temblor Esencial, por lo tanto, documenta extractos de presentaciones en vivo del cantorama y además compila cantos y arreglos musicales que utilizo como parte de viajes de arqueología sonora por el cantorama.
Más información en www.gregoriofonten.com