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Es el invierno de 2014 y me siento un poco acabado. Me entra una especie de angustia y me paso los grandes rollos del adulto joven y a ratos, aunque esté rodeado de gente, me siento solo y sin destino en este Santiago que intenta ser una fotocopia de alguna ciudad gringa. Busqué dentro de mi discografía algo para levantar mi ánimo y me reencontré con un viejo amigo, que me habla de cigarros, sistemas planetarios, emblemas y de ancianos.
El disco “Hoy, joven y vital” (2009), de Cuchufleta (www.cuchufleta.com) tenía la noble misión de homenajear a Rhino Gonzalez y los Beat 4, la mítica banda chilena que -durante los años 60tas- daría los primeros pasos del rock por estas tierras. “La idea es hacer un librísco”, me dijo Gregorio Fontén, con su tono relajado y amable, cinco años atrás: el híbrido de un libro y un disco.
El creador y líder de la otrora banda Cuchufleta, Gregorio Fontén, (hoy radicado en Londres), cuenta que significó para él esta placa: “Fue muy importante para este disco, seguir la tradición del rock local de los años sesentas y estar cerca de sus protagonistas”.
“También el trabajo con Eduardo (Parra, Los Jaivas) que además cimentó una relación larga de cooperación que se ha mantenido en el tiempo. Hubo mucho aprendizaje, porque la creación fue bien experimental. Además, no realizamos el disco bajo los estándares de la industria musical: no teníamos un sello grande que nos respaldara, ni un estudio con condiciones técnicas óptimas. Lo hicimos con lo que teníamos a mano, como en los años sesentas”.
Sin duda, “Hoy, joven y vital” es un disco de completa vigencia sonora y lo seguirá siendo: acompaña mis nuevas arrugas. Decidí entonces que las cosas no son tan malas en ésta, la ciudad donde nací, vivo y probablemente moriré. Porque quizás envejecer es más rockero de lo que creo.